La escritura fotográfica
Además de la etimología hay apoyo lingüístico bastante, véase por ejemplo la explícita declaración de García Calvo “Las imágenes no dejan por eso de ser tan palabras escritas como las otras” (García Calvo 1999), para sostener que una foto es una forma de escritura. Menos sustento se encuentra para sostener que la escritura sea una forma de lenguaje (García Calvo, 1991), a pesar de que tanto muchos legos como algunos lingüistas, por ejemplo Sapir (Sapir, 2013)“Las formas escritas son símbolos secundarios de las habladas -símbolos de símbolos” p 27, lo hagan, pues la escritura ya es un producto de la cultura, como se ve bien cuando hay miles de lenguas habladas, por más que sean minoritarias, que carecen aún de escritura o se recuerde que eso que llamamos “Historia” empezó precisamente con la escritura a pesar de que hubiera hablantes desde muchos milenios antes (Arsuaga, 2007), dejando aparte la debatida cuestión de quienes pudieran haber sido los primeros hablantes e incluso la no menos problemática definición de “humano”, en eso que llamamos por ello “Prehistoria”.
La datación del inicio de la Historia suele situarse hace unos 5.000 años contando como primera manifestación de escritura la aparecida en Sumeria, aunque estudios más recientes la sitúan en torno a los 7.000 años (Haarmann, 2001) y en la llamada Antigua Europa, en la llamada cultura de Vinča, que toma el nombre de esa población cerca de la actual Belgrado (Pešić, 2008), aunque, si aceptamos la consideración de la imagen como forma de escritura, habríamos de considerar la primera aparición de imágenes como tal y hablar de unos 45.000 años al menos (Brumm et al., 2021).
Conviene aclarar ahora la especificidad de la escritura fotográfica, lo que la distingue de otros modos de creación de imágenes, como el dibujo, la pintura u otros. Esa especificidad viene dada por el uso de la cámara como herramienta indispensable para la producción fotográfica junto con el conjunto de elementos necesarios para el revelado (químicos, papeles, ampliadora, etc.) en la fotografía analógica, o el uso de la informática (ordenadores, programas informáticos, soportes físicos de la imagen producida). Hay pues dos procedimientos que intervienen en la producción efectiva de las imágenes: la captación y el procesado. Esto ya no parece evidente en la actual fotografía digital, pues el usuario no especializado puede creer, por la aparente unificación de ambos procesos en las actuales cámaras, especialmente en las de los teléfonos móviles, que son hoy, con mucho, las que producen la inmensa mayoría de las imágenes fotográficas actuales, que hay un solo proceso, puesto que al pulsar un botón o poner el dedo en cierto lugar de la pantalla aparece sin demora aparente la imagen final en la misma pantalla que usó para ver lo que iba a fotografiar, pero ambos procesos están presentes aunque sean realizados a una gran velocidad por el ordenador del propio aparato. Volveremos posteriormente sobre las implicaciones de ambos procesos.
Como cualquier otra forma de escritura, la fotografía requiere de un aprendizaje, por más que este sea actualmente muy sencillo y rápido para la inmensa mayoría de los productores de imágenes fotográficas, que, como se ha señalado, son los usuarios de teléfonos móviles, simplicidad y accesibilidad por las que la producción de imágenes por ese medio supera con mucho las producidas mundialmente por cualquier otro.
Como también cualquier otra forma de escritura, la fotografía sirve a una amplia variedad de propósitos que operan, con mayor o menor conciencia de los mismos por parte de los propios fotógrafos, desde antes incluso de la captación de la imagen. Es evidente que no es lo mismo hacer una foto para una exposición que hacerla para una intervención quirúrgica, un reconocimiento militar o un pasaporte.
Junto con el conocimiento y el uso previsto, a los que nos hemos referido ya, hay que considerar también los medios disponibles tanto para la captación y el procesado como los soportes finales de las imágenes, ya que tienen importantes implicaciones en las mismas. Resulta claro que no es lo mismo usar un teléfono móvil que un equipo fotográfico profesional, y que no es lo mismo ver la foto solo en el propio móvil con la que se ha hecho que verla en una valla publicitaria.
Igual también que otras formas de escritura, están las fotografías sometidas a valoración, tanto por de los autores mismos como de quienes las ven. La cuestión del valor, tanto en fotografía como en muchas otras producciones humanas, puede considerarse de distintas formas. Tradicionalmente se han considerado dos formas de valor: el valor de uso y el valor de cambio, pero hay una tercera forma que denomino valor de producción. Este “valor de producción” es el que tiene para quien crea la cosa misma mientras la está creando, independientemente de que esa producción adquiera luego valor de uso y valor de cambio, que una vez producida sirva para algún fin práctico o se cambie por otra cosa. Esto es muy evidente en las producciones consideradas “artísticas”, pues alguien que pinta un cuadro, por ejemplo, disfruta en el proceso mismo de concebir y pintar el cuadro, independientemente de que luego pueda alguien, aunque solo sea el propio autor, disfrutar de su contemplación (valor de uso) u obtener dinero por su venta (valor de cambio), pero no se limita ni mucho menos a ellas sino que abarca cualesquiera producciones en las que quienes las realizan, individual o colectivamente, obtienen una gratificación por el mero hecho de su realización, haciendo un crucigrama, bailando o haciendo una foto.
La fotografía, como otras formas de escritura, puede ser considerada también un arte, como bien se demuestra al incorporarse a lo que en nuestras sociedades actuales hace que algo se considere arte: su inclusión en el mercado bajo la categoría correspondiente. Así se trata como la pintura (artística) y se encuentra en galerías, museos y se expone como tal en instituciones y domicilios particulares. Obviamente no toda fotografía, igual que no toda pintura, es susceptible de ser calificada como obra de arte, ya que precisamente uno de los requisitos para ello es que debe tener un carácter minoritario precisamente para que el mercado se pueda mantener, por ello, al igual que sucede con los cuadros, las fotografías deben ser debidamente elegidas por galeristas, curadores, comisarios de exposiciones, jurados, críticos y demás “expertos” que las distingan, con cualesquiera argumentaciones, de la ingente masa de producciones fotográficas que no deben ser consideradas como tales. Al igual que con otras formas de escritura, como los cuadros o los libros, se convierten ya en mercancía y están sometidas a las mismas vicisitudes que cualesquiera otras, sean el petróleo, el trigo o los automóviles, con lo que lo que pudieran las obras hacer por sí mismas queda cuando menos, gravemente afectado. Quien no vea claro como el dinero es por sí mismo mortal puede pensar en lo que sucedería si antes de acostarse con otra persona tuviera que entregarle unos billetes, y verá como el mero hecho del pago y el cobro mata sin más lo que allí hubiera podido suceder de deleitoso y grato para ambos y lo convierte, en el mejor de los casos, en un sucedáneo triste.
Referencias
Arsuaga, J. L. (2007, febrero 14). La naturaleza de la agresividad humana. Revista de occidente, 310, 47-74.
Brumm, A., Oktaviana, A. A., Burhan, B., Hakim, B., Lebe, R., Zhao, J., Sulistyarto, P. H., Ririmasse, M., Adhityatama, S., Sumantri, I., & Aubert, M. (2021). Oldest cave art found in Sulawesi. Science Advances, 7(3), eabd4648. https://doi.org/10.1126/sciadv.abd4648
García Calvo, A. (1991). Acerca de la escritura. Zaragoza. https://bauldetrompetillas.es/wp-content/uploads/pdf/acercadelaescritura.pdf
García Calvo, A. (1999, abril 26). De la música a la letra [MP3]. https://bauldetrompetillas.es/wp-content/uploads/audio/delamusicaalaletra.mp3
Haarmann, H. (2001). Historia universal de la escritura. Editorial Gredos.
Pešić, R. (2008). The Vincha Script. The first human alphabet. Pešić i Sinovi.
Sapir, E. (with Alatorre, M., & Alatorre, A.). (2013). El lenguaje: Introducción al estudio del habla. Fondo de cultura económica.