Sobre la realidad
Dado que la relación de la fotografía con la realidad es una constante convendrá examinar esta cuestión.
Lo primero que hay que considerar es obviamente a qué nos referimos cuando usamos la palabra ‘realidad’ en general y en particular cuando la aplicamos a algo relativo a la fotografía. Nuevamente estamos hablando de una palabra: ‘realidad’, y a las palabras les pasa algo curioso, que son, por una lado, las que hablan de las cosas, pero por otro, como ahora, las convertimos en cosas cuando hablamos de ellas. Y si las usamos en el primer sentido, el de hablar de las cosas, pues nos vamos entendiendo más o menos a efectos prácticos, con algunas complicaciones ocasionales, que la misma marcha del hablar va resolviendo, pero si las usa usamos en el segundo sentido, haciéndolas ser una cosa como otra cualquiera de la que hablamos, aquí la cosa ya cambia, porque lo primero que se nos plantea es saber de qué estamos hablando, qué es esa cosa, en qué consiste, cómo la distinguimos de las demás cosas. Y en este punto lo primero es ponerse de acuerdo en la definición, o al menos, la noción, en tratar de precisar las notas distintivas del término que estamos manejando, pero ese acuerdo ya barruntamos que no será fácil, pues las definiciones que científicos, filósofos, escritores o pensadores varios han ido dando son tan numerosas y distintas que cada cual se aferrará a la que le resulte más aceptable y, en el más bien poco frecuente caso de que estuviera dispuesto a discutir la cuestión con el detalle que se precisara y dedicarle el tiempo que hiciera falta, acabaríamos por volver al punto de partida de la elección personal, con su variante democrática de aceptar lo que la mayoría decida, pero renunciando así a la posibilidad de que sea decidible sino la verdad misma, sea ella lo que sea, al menos la falsedad de lo que fuera, que es otra forma de entender lo que sea verdad.
Tal vez pienses que con acudir a algún diccionario, y este idioma nuestro tiene incluso uno que hasta se llega a invocar en los tribunales, ya está resuelta al cuestión, pero me temo que tampoco esta otra vía de Autoridad venga a servir de mucho. Copio a continuación las definiciones de la Academia:
“1. f. Existencia real y efectiva de algo.
2. f. Verdad, lo que ocurre verdaderamente.
3. f. Lo que es efectivo o tiene valor práctico, en contraposición con lo fantástico e ilusorio.”
Me parece que se ve bastante claro que la cosa se complica manifiestamente. Sin entrar a comentar con la extensión que se requiere, pero que excede con mucho el alcance de lo fotográfico que aquí se pretende tratar, solo señalaré algunas cosas:
La ‘existencia’ es el nombre del verbo existir que aparece en el ámbito de la teología medieval para referirse a Dios, y que luego por extensión se ha venido usado para todo aquello que simplemente no hay, y que por eso precisamente se dice que ‘existe’: ‘¿Existe el amor?’, ‘Los dragones nunca han existido’, ‘Yo no creo que existan los extraterrestres’. Y qué decir de meter lo definido en la definición realidad=existencia real.
Sobre ‘verdad’ y las dificultades que la cosa trae no hace falta decir mucho ¿verdad?.
¿Es correcta la oposición entre ‘efectivo’ o de ‘valor práctico’ y ‘lo fantástico e ilusorio’?. ¿Se puede sostener, por simple ejemplo, que una película sobre dragones carece de valor práctico, o sea de movimiento de dinero a fin de cuentas (que lo que se cuenta es dinero, claro) o que el miedo que pueda provocar, aunque sea en las pesadillas de los niños, no es efectivo?.
Otra vía de acercarse a la cuestión de la realidad es atender a lo que la gente corriente, no los filósofos, ni los científicos, ni los poetas, parece referirse cuando usa este término, que aunque sea propio de los cultos no deja de usarse también en los tratos entre los de a pie en frases como “Compramos una casa, bueno, en realidad un pequeño apartamento”, “En Madrid no se puede vivir con cien euros al mes, estás fuera de la realidad”, “Se ha ido con otra, esa es la cruda realidad”, “Don Quijote creía que eran gigantes, pero la realidad es que eran molinos”, “Fue un robo de película, pero la realidad supera a veces a la ficción”. Pensemos ahora en la relación entre la fotografía y esas frases. ¿Podemos fotografiar lo que en ellas se dice? Resulta evidente que no, pero sí podemos hacer fotos que se refieran a eso, que ‘hablen’ de eso. La fotografía publicitaria es quizás el ejemplo más claro, la foto no ‘habla’, escribe con luz, de perfumes, colchones o jamones, sino de ideas, de romance, descanso, placer. Puedo hacer una foto del apartamento, una de un anuncio de alquiler de un piso con su precio, una de un hombre con una mujer y otra que los mira desde la distancia, una de un jinete con una lanza arremetiendo contra un molino o de una caja fuerte elevándose al cielo en un helicóptero, y esas fotos crearán posiblemente en quienes las vean ideas similares a las que las frases mismas crean, pues ni las frases ni las fotos son más que manifestaciones orales o visuales de ideas. En ese sentido la realidad viene pues a ser aquello de lo que se habla, aquello que se fotografía, la palabra o la imagen construyen pues eso que llamamos ‘realidad’.